Lo primero que hay que hacer es modificar nuestros hábitos alimenticios y estilo de vida.

Disminuir el consumo de alimentos flatulentos, bebidas con gas, comer despacio masticando bien los alimentos sin hablar de forma excesiva, evitar abusar del consumo de chicle o caramelos, practicar ejercicio físico… son medidas que pueden ayudarnos.

El uso de fármacos antiflatulentos, como los derivados de la simeticona o dimeticona pueden ser útiles. A veces y en función de los síntomas asociados, los espasmolíticos, procinéticos y fármacos ansiolíticos o antidepresivos a bajas dosis pueden ayudar a resolver el problema.

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